¿Puede un exceso de sal aumentar la tensión arterial?
La sal de mesa se compone de sodio y cloruro. Como electrolitos importantes, junto con otros minerales intervienen en la regulación del equilibrio hídrico y la tensión arterial. El sodio también es importante para la transmisión de impulsos y, por tanto, también para la función muscular.
Pero también puede ser excesivo. Una "Nutrición" rica en sal retiene mucha agua en el cuerpo y aumenta así el volumen sanguíneo. El resultado es un aumento de la presión arterial, que a largo plazo puede dañar el corazón, los riñones y los vasos sanguíneos.
Los estudios demuestran que una "Nutrición" baja en sal puede disminuir de forma demostrable la tensión arterial y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una ingesta diaria de sal de unos 5 gramos (aproximadamente una cucharadita) para los adultos, cantidad que ya incluye las fuentes invisibles de sal. Se trata principalmente de alimentos procesados como pan, embutidos, queso, platos precocinados, sopas instantáneas, comida rápida, aperitivos y tentempiés salados.
La reacción a una "Nutrición" rica en sal (sensibilidad a la sal) varía de una persona a otra. También intervienen los genes, que influyen en la absorción, metabolización y excreción del sodio y, por tanto, afectan a la sensibilidad o reacción a una dieta rica en sal.

La sal en boca de todos...
Entre el 75% y el 90% de nuestra ingesta diaria de sal procede de los alimentos procesados y de comer fuera de casa. Las principales fuentes son el pan y la bollería, los productos cárnicos y embutidos, el queso, los platos precocinados, las sopas instantáneas y los aperitivos salados. Para reducir el consumo de sal, conviene empezar por los productos que se consumen en mayores cantidades. El pan y la bollería, por ejemplo, son los que más sal absorben. Hay productos con menor contenido en sal en todos los grupos de productos y tiene sentido prestar atención al contenido en sal, al menos en los productos envasados. Por ejemplo, el jamón de salmón tiene 6 g de sal/100 g - la mortadela sólo 1,7 g. El queso fundido tiene 3 g/100 g y el queso fresco sólo 1,0 g.