¿Qué es el sueño corto?
Los durmientes cortos, también conocidos como patrones de sueño con una duración significativamente más corta, son personas que duermen regularmente menos de las siete u ocho horas recomendadas por noche, pero que aún así se sienten frescas y descansadas. Aunque la mayoría de las personas experimentan efectos negativos como fatiga o dificultad para concentrarse cuando duermen menos durante largos periodos de tiempo, hay un pequeño grupo de personas que genéticamente son capaces de arreglárselas durmiendo menos sin que su rendimiento cognitivo se resienta.
Este fenómeno se estudia cada vez más científicamente, sobre todo a raíz del descubrimiento de variaciones genéticas específicas que influyen en la necesidad de dormir. Las personas con esta predisposición genética muestran una notable capacidad para organizar su ciclo de sueño de forma más eficiente, de modo que necesitan dormir menos para conseguir los mismos efectos reparadores que las personas que duermen más tiempo.
Diferencias en los patrones de sueño
El sueño corto no sólo se caracteriza por una menor duración del sueño, sino también por diferencias en los patrones de sueño. Se ha observado que las personas con sueño corto entran más rápidamente en el sueño profundo y son más eficientes en las fases de sueño regenerativo. Esto compensa la menor duración general del sueño. Se supone que esta capacidad de optimizar el proceso del sueño les permite completar los procesos de recuperación necesarios en menos tiempo. Estas adaptaciones en el comportamiento del sueño son de vital importancia, ya que permiten a los afectados funcionar sin impedimentos durante la fase de vigilia a pesar de la menor duración del sueño.

Es bueno saber
Sólo menos del 1% de la población tiene la capacidad y la predisposición genética al sueño corto.
Efectos en la vida cotidiana
Para los afectados, la menor duración del sueño supone una ventaja potencial en la vida cotidiana, ya que disponen de más horas de vigilia sin experimentar los efectos negativos de la privación de sueño que suelen producirse en otras personas. Esto podría traducirse en una mayor productividad y una mejor realización de las tareas, ya que se dispone de más tiempo para las actividades. Estas personas no necesitan periodos de recuperación adicionales durante el día y suelen mostrar una mayor resistencia al estrés y a otras presiones que suelen verse exacerbadas por la falta de sueño.
Estrategias de afrontamiento
La capacidad de arreglárselas con menos horas de sueño también tiene implicaciones sociales. Las personas que duermen poco suelen adaptarse mejor a las exigencias de un estilo de vida agitado y pueden tener menos problemas de salud asociados a la privación crónica de sueño. No obstante, se plantea la cuestión de cómo afecta esta adaptación al estilo de vida moderno a la salud y el bienestar a largo plazo. Aunque los que duermen poco pueden tener una ventaja sobre los que duermen normalmente, sigue siendo importante reconocer y respetar las necesidades individuales de sueño para evitar efectos negativos a largo plazo.