¿Cómo funciona tu metabolismo del alcohol?
El alcohol es una citotoxina que es descompuesta en etapas por varios sistemas enzimáticos del cuerpo.
El alcohol se absorbe casi por completo y puede detectarse en la sangre al cabo de unos 30 minutos, incluso cuando se consume en cantidades muy pequeñas y con el estómago vacío. Las bebidas calientes, el azúcar y las bebidas ricas en dióxido de carbono aceleran la absorción, mientras que las comidas ricas en grasas la retrasan.
El alcohol se descompone principalmente en el hígado. Allí se convierte primero en acetaldehído con la ayuda de la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH). El acetaldehído es aún más peligroso que el propio alcohol y debe descomponerse rápidamente. De esta tarea se encarga la enzima aldehído deshidrogenasa (ALDH), que convierte el acetaldehído en metabolitos relativamente inocuos que luego se metabolizan en el organismo y se excretan. Por cierto, el acetaldehído es en parte responsable de los conocidos síntomas de la resaca, como dolores de cabeza, náuseas y vómitos.
La metabolización del alcohol depende de factores genéticos, así como del estilo de vida, los hábitos de consumo, la dieta, el estado de salud y la capacidad de desintoxicación, y puede variar mucho de una persona a otra. No obstante, los polimorfismos genéticos determinan cómo reacciona el organismo al consumo de alcohol y la eficacia con la que se descompone.
Un ejemplo bien conocido es la enzima aldehído deshidrogenasa ALDH-2, que permanece inactiva debido a un cambio genético y restringe masivamente la descomposición del alcohol. Los portadores de esta variante reaccionan al consumo de alcohol con enrojecimiento facial grave (síndrome de enrojecimiento), náuseas, síntomas graves similares a los de la resaca y una clara aversión al alcohol. Alrededor del 25-50% de la población asiática está afectada por esta variación genética.

¿Por qué es tan peligroso el alcohol?
Desde un punto de vista bioquímico, el alcohol es un veneno celular, no sólo para el hígado, sino también para el cerebro. Por este motivo, el organismo se esfuerza por desactivar el alcohol consumido lo antes posible. En el proceso, se forma un producto intermedio que es aún más nocivo en concentraciones más elevadas y es en parte responsable de la resaca de la mañana siguiente. Se trata del acetaldehído, una molécula muy reactiva que, según los estudios, puede tener un efecto mutágeno (mutagénico) y cancerígeno (cancerígeno). El consumo habitual y elevado de alcohol puede provocar graves daños celulares en todos los tejidos del organismo. Esto incluye alteraciones en el hígado, el corazón, el páncreas, el sistema nervioso y los músculos.